Dublin

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Es, a su vez, la puerta de la Irlanda misteriosa y milenaria y el puente con la Europa culta y mundana: son notables las iglesias neogóticas en granito, los palacios en estilo Georgiano, los teatros, las galerías de arte, los restaurantes exóticos,los pubs y los bares son un culto (en particular el Temple Bar Area), discotecas y clubes, vintage, comercio de antigüedades y deporte desconocidos al mundo (sólo aquí encontraréis el Hurling) y la imperdible música céltica.

Dublín es, además, una ciudad con una tasa de criminalidad muy baja. Todo esto hace de ella dignamente una capital europea sin quitarle aquella profunda humanidad de pequeña ciudad de provincia. Pero Dublín también debe su fama a una sólida y renombrada tradición académica, sobre todo en el campo de la lengua y la literatura inglesas (¿Cómo podría no ser así si cuenta con cuatro Premios Nobel de Literatura en su haber: Yeats, Shaw, Beckett y Heaney?).
En fin, es el lugar ideal para estudiar el inglés, divertirse y quizás encontrar también aquello que llevamos todos en nuestros corazones y que en vano hemos estado buscando en otro lugar.

Un clima moderado, cielos despejados que se alternan con la fresca lluvia, ríos, lagos, arroyuelos. Dublín tiene cuatro ríos y dos canales (que la comunican con la costa occidental) y el mar, un verde florido la rodea, compenetrándola en los vastos barrios residenciales y salpicándola en los parques y en los antiguos jardines; no es casual que sea el color símbolo de Irlanda. Las Wiclow Mountains son muy cercanas y selváticas.